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miércoles, 7 de octubre de 2015

De un salto al campanario I


No he podido evitar llenar este post de emociones y sentimientos, nada de objetividad... sin duda, todo lo contrario, todo lo que llegó a campanadas a mi corazón y, quizás, ahora me doy cuenta que nunca se fue.  

Son recuerdos del año 1982, me retrotraigo a sabiendas más allá de mi juventud y mi adolescencia, bastante más allá...a  mi niñez más inocente y viva. 

Mi "salto al campanario", que hoy me ha venido a la mente viéndome en lo alto del campanario de "La Dama de las Catedrales", la más alta de Segovia y viendo sus impresionantes vistas de nuestra amada ciudad.  

"Después de subir  por la estrechísima escalera inundados de la emoción, la alegría, la incertidumbre y quizás, escondido y disimulado bajo la tierna piel de una niña de 8 años también un poco de miedo. Después, manchados de polvo e inquietud, llegamos al esperado escenario del campanario de Revenga. Desde mi poco más de un metro de estatura, aquello me pareció el mismo cielo, alto, poderoso, robusto,  inmenso y porqué no, un tanto polvoriento, pero sin duda el corazón palpitaba con el mismo encanto  que palpitaba mi pequeño corazón de colegial desenmascarando un regalo la noche de Reyes.   Aquellas campanas pesadísimas, aquella curiosidad por tocar el frío y robusto hierro... aquella pequeña piedra que tirábamos por el vano hasta el mismo patio de la iglesia... en fin.... aquella experiencia que hoy me parece fascinante poder recordar y poder escribir para quien quiera leer mis emociones.  

Ya en la iglesia, con el corazón menos acelerado  pensando en aquella azaña tan deseada por unos chiquillos de apenas ocho años, y dirigiéndonos hacia el patio de nuestra iglesia querida, mirábamos aquella torre como si, efectivamente, fuese el mismo cielo" 

Quizás hoy después de que hayan pasado muchos años desde aquella excursión al lugar donde las palomas pasaban más de una sobremesa, me siento casi en este recién estrenado campanario abierto al público, en la inmensidad de aquella primavera de 1982. Ya ha llovido, mi corazón se ha hecho grande, mi cuerpo también, quizás aquello fue tan impresionante a los ojos de una niña de apenas 8 años, como lo ha sido - todo en su justa medida  -, la experiencia de subir de nuevo muchos años más tarde a este campanario de la bien llamada,  "Dama de Las Catedrales". 

¿Simil, emoción, recuerdos, nostalgia? quizás, un poco de todo; seguramente este otoño y aquella primavera se han juntado en mi mente como dos chispas que salen de un mismo fuego.

Prometo que "De un salto al campanario II", será un recorrido objetivo hacia el campanario de la catedral segoviana.