No he podido evitar llenar este post de emociones y
sentimientos, nada de objetividad... sin duda, todo lo contrario, todo lo que
llegó a campanadas a mi corazón y, quizás, ahora me doy cuenta que nunca se
fue.
Son recuerdos del año 1982, me retrotraigo a sabiendas más
allá de mi juventud y mi adolescencia, bastante más allá...a mi niñez más inocente y viva.
Mi "salto al campanario", que hoy me ha venido a
la mente viéndome en lo alto del campanario de "La Dama de las
Catedrales", la más alta de Segovia y viendo sus impresionantes vistas de
nuestra amada ciudad.
"Después de subir por la estrechísima escalera inundados de la
emoción, la alegría, la incertidumbre y quizás, escondido y disimulado bajo la
tierna piel de una niña de 8 años también un poco de miedo. Después, manchados
de polvo e inquietud, llegamos al esperado escenario del campanario de Revenga.
Desde mi poco más de un metro de estatura, aquello me pareció el mismo cielo,
alto, poderoso, robusto, inmenso y
porqué no, un tanto polvoriento, pero sin duda el corazón palpitaba con el
mismo encanto que palpitaba mi pequeño
corazón de colegial desenmascarando un regalo la noche de Reyes. Aquellas campanas pesadísimas, aquella
curiosidad por tocar el frío y robusto hierro... aquella pequeña piedra que
tirábamos por el vano hasta el mismo patio de la iglesia... en fin.... aquella
experiencia que hoy me parece fascinante poder recordar y poder escribir para
quien quiera leer mis emociones.
Ya en la iglesia, con el corazón menos acelerado pensando en aquella azaña tan deseada por
unos chiquillos de apenas ocho años, y dirigiéndonos hacia el patio de nuestra
iglesia querida, mirábamos aquella torre como si, efectivamente, fuese el mismo
cielo"
Quizás hoy después de que hayan pasado muchos años desde
aquella excursión al lugar donde las palomas pasaban más de una sobremesa, me
siento casi en este recién estrenado campanario abierto al público, en la inmensidad
de aquella primavera de 1982. Ya ha llovido, mi corazón se ha hecho grande, mi
cuerpo también, quizás aquello fue tan impresionante a los ojos de una niña de
apenas 8 años, como lo ha sido - todo en su justa medida -, la experiencia de subir de nuevo muchos
años más tarde a este campanario de la bien llamada, "Dama de Las Catedrales".
¿Simil, emoción, recuerdos, nostalgia? quizás, un poco de
todo; seguramente este otoño y aquella primavera se han juntado en mi mente
como dos chispas que salen de un mismo fuego.
Prometo que "De un salto al campanario II", será
un recorrido objetivo hacia el campanario de la catedral segoviana.